viernes, 20 de julio de 2007

Al fondo a la derecha

El verdadero impulsor de la Universidad Pontificia de Salamanca fue el Rey Alfonso X el Sabio, quien le otorgó el estatuto de 1254, conocido también como la Carta Magna del Estudio Salmantino. Con este estatuto, la Universidad quedó definitivamente constituida en su doble carácter de Real y Pontificia. A él, quien escribiera las Cantigas de Santa María, dedico estos versos:
La memoria de este claustro desempolva aquel amor que, a favor del dolor, hizo nido en el olvido. Hoy, maduro el corazón, lejos de aquellos saberes y placeres, sé quién eres. Y con mi sueño cumplido, menesteres y deberes del perdón has merecido.
Pero que cante el recuerdo y encienda la tarde aquella en que, bella como estrella, te besé en este balcón. Ahora, lejos de este patio, con la mirada en la luna la fortuna es sólo una y tiembla en el corazón. Oportuna en tal tribuna mi voz teje esta canción.
¿Recuerdas las magistrales enseñanzas del deseo, el recreo, el apogeo de tus labios con los míos? Cuánto placer, cuánta ciencia en esta Universidad. Ahora edad y verdad son fluir de nuestros ríos, soledad y heredad, rumor de abecedaríos.
Sea pues este cantar, de los cantares, tu guía, teología tuya y mía, secreto que ahora confieso, homenaje a nuestra lengua, remembranza del pasado, un pecado mal clavado en mi recuerdo aún ileso, un bocado celebrado con sabor a ciencia y beso.
Que San Ignacio nos guarde, que vele Tomás de Aquino nuestro sino libertino con mucha pedagogía y que los sueños oscuros y el informático azar den lugar a juntar mi piel y tu Compañía y a aprobar sin rezar el Master de Clerecía.
(Hace un mes tuve oportunidad de leer este poema desde el balcón más próximo al campanario de una de las torres de la Real Clerecía de San Marcos. Abajo, en el claustro barroco de la Universidad Pontificia de Salamanca, gente de todas las edades escuchaba y miraba con atención)


Raúl Vacas

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